martes, 8 de enero de 2008
Todo Angamos
Sali tarde, como siempre. El hecho de que el viaje en bus desde San Miguel dure solo quince minutos me hace salir siempre faltando quince minutos para mi hora de entrada al trabajo. Suena razonable, pero debería contar tambien el tiempo en el que me demoro en caminar hasta el paradero del malecón, mi leída matutina de titulares, tal vez un antojito en la panadería y la eterna espera de un transporte que no me lleve colgado de la puerta. Faltaban cinco minutos para las nueve y estaba esperando al maldito cacharro que me llevaría hasta la cuadra tres de la avenida Angamos, en Miraflores; cuando gire la cabeza hacia el sur y la ví.
Llevaba un jean viejo, pero de los de verdad, de esos que usaste para la caminata de un campamento, una pichanga, una chupeta, para tener hard petting (porque el petting con jean duele), intercambio de todo tipo de fluidos y toda esa gama de actividades que hacen a un jean asemejarse a un trotamundos. Usaba uno se esos tops de tiritas que a pesar de no ser muy escotados los encuentro muy sexys (siempre me han parecido sexys los hombros y el cuello de una mujer), el cabello negro recogido, parecía ser ondeado y tenía unos ojos negros, inmensos. La chica no podía tener mas de 18 años (lo que hacia que la encontrase mucho mas atractiva) y llevaba un morral cargado de libros y cuadernos. Estiró la mano para detener uno de los buses que venía.
- ¡TODO ANGAMOS! - gritó el cobrador.
Subí y subió ella. El micro iba lleno de gente: oficinistas, estudiantes, explotados, amargados, ingenuos, consumidos por la rutina y tambien algunas personas que viajaban sonrientes. Viajé parado y ella se tuvo que parar a mi costado derecho. Como el bus estaba totalmente lleno, el cobrador decidió no parar por nadie mas y acelerar la marcha, mientras yo miraba de reojo a la belleza que tenía al costado.
Es una cojudez, pero muchas veces siento que hay cierto tipo de belleza femenina que te lleva inevitablemente a la locura. A la locura de sentir que puedes saber como es realmente una persona con tan solo mirarla, y te sientes cercano a ella, física y espiritualmente. La veloz marcha y el exceso de pasajeros nos obligó a acercarnos, a tal punto que yo estaba muy cerca de su desquiciante cuello y podía sentir ese deliciosa mixtura de olor de shampoo y perfume que me tenía al borde de la erección. Debía controlarme, aunque no estaba mal que la siguiese mirando.
Una camioneta Mercedes 4x4 se cruzó delante de mi transporte para coger una curva. La manejaba un total cojudo, uno de esos niñitos que creen que ser realmente cool por haber ingresado a la Pacífico o a la de Lima, habían obtenido una regalazo de papá por el logro y que por eso merecen la reverencia de la sociedad limeña. Pero aparte de eso era un total cojudo por tener un Meche 4x4. ¿Que mierda le pasaba? Las 4x4 son sinónimo de autos para la trocha, para la aventura, para la suciedad. ¿Quien sería capaz de someter a tales condiciones a un Mercedes? El chofer del micro frenó violentamente, y por poco me voy encima de esta chica, pero cogí fuerte la barra y soporté a duras penas la inercia, sin embargo, despues de reanudar la marcha, nuestras configuraciones habían cambiado. Tenía la pierna derecha detras de una de las suyas y aunque no era una posición comprometedora, estabamos mucho mas cerca
que antes, pero lo que mas me gustó es que mi mano estaba sobre la suya. Normalmente cuando suceden este tipo de cosas, los dos extraños retiran sus manos, pero ella no lo hizo. La miré y ella tenia la vista fija en la ventana como si nada estuviese pasando, y me dí cuenta que lo suyo era complicidad.
Tal vez tambien me había visto desde el paradero o tal vez yo tambien le gustaba. No sacaba la mano, se sentía segura conmigo al costado. No quería austarla, pero tampoco quería que sienta que yo era indiferente a lo que me trataba de decir. Nos conectamos, yo me sentía muy bien y me di cuenta que ella tambien, y pensé en la manera de abordarla para pedirle su teléfono o su correo electrónico.
- ¡INDEPENDENCIA BAJA! - grito el cobrador.
"¡Mierda!", pensé, "mi paradero". No tenía tiempo para hablarle algo y al vuelo saque una moneda, pague al cobrador, salté, pie derecho y llegué. Estaba enamorado y nunca la volvería a ver.
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Guadalupe bajó de la combi en la UPC, emocionada porque el auto que su padre le había regalado como premio por su ingreso a la universidad ya iba a salir del sucio taller en San Miguel, a donde había tenido que ir en la mañana para checar el status, como lo decía ella. Se encontró en el patio de la facultad de comunicaciones con Fiorella, su mejor amiga.
- ¡Fiore, no sabes lo que me sucedió en la combi!
- ¿Que fue, Wadis?
- Un arrechazo me cogio la mano todo el camino hasta Miraflores, yo me moría del miedo y solo atiné a hacerme la cojuda y mirar hacia la ventana. Yo pensé que me iba a hacer algo mas, pero felizmente se bajó corriendo. Felizmente que el Meche ya está casi listo y en la tarde lo podré recoger, y nunca mas tendré que ir en micro.
- Felizmente...
Etiquetas: cuento combi
firmado: Yog Sototh, 15:53. Permalink |
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