miércoles, 21 de junio de 2006
CSÉJTHE: PRELUDE TO CHRONICLE (1)



"Hear me now! All crimes should be treasured
if they brings thee pleasure somehow!"

Cruelty Brought Thee Orchids, Cradle of Filth


“No había compasión en su alma. No había descanso en su herir.”

La Cena
de Atahualpa, Manuel Gonzáles Prada


La noche era hermosa, pero a Camille no le gustaba nada, le daba miedo. Habíasalido de su casa en busca de unas hierbas que su madre necesitaba para un "guisado", sin comprender del todo la insistencia de la vieja en hacerlo a esas horas. El pequeño huerto de su casa había sido arrasado por alguna alimaña y laúnica solución que quedaba era buscar la hierba en el bosque, donde también crecía en forma silvestre. No quiso pensar en lo que le esperaría si volvía con las manos vacías, el dolor era la sensación que mas temía y odiaba, y su madre se encargaba de hacérselo recordar siempre que incumplía una de sus cada vez mas extrañas órdenes. Durante toda su vida escuchó a la gente decir que su madre estaba loca y desde el último Walpurgisnacht (hace casi un año)comenzó a pensar que la gente no estaba tan equivocada.

Camille vivía con su madre en un pueblito húngaro llamado Nyitra, conocido por historias no muy antiguas sobre el castillo que lo dominaba, Cséjthe y por la señora del castillo, que purgaba cadena perpetua en su aposento. Las atrocidades cometidas por la condesa Erzsébet Bathory, sobrepasaban las quimeras mas sádicas que cualquier empalador transilvano pariente suyo pudiera imaginar y eran capaces de doblegar las sensibilidades del guerrero mas curtido en baños de sangre y dolor.

Era increíblemente bella. En realidad no lo era en ese momento, pero lo había sido, y podía llegar a serlo de nuevo. La dureza vesánica de los trabajos que le encomendaba su madre habían mellado en su antes saludable porte. Camille tenía 15 años de edad y lo delgado de su cuerpo unido a su metro sesenta y cinco de estatura le daban una apariencia frágil que antes resultaba adorable y ahora tétrica. Era una persona desconcertante, resultaba imposible mantenerse indiferente frente a ella. Su cabello negro le caía sobre los hombros graciosamente, sobre esos hombros que fragilizaban aun mas la percepción que se obtenía al mirarla. Su cuello, largísimo como un desvelo, hubiera sido la delicia de algún hijo de Caín, que sin embargo no se hubiera detenido en esa zona, sino continuaría la conquista de su torso para detenerse en el disfrute de sus pechos preciosos.

Los oscuros árboles que poblaban los bosques del cárpato, oscurecían la visión de su camino como aniquilando toda esperanza de mejorar su desdichada vida. A Camille le hubiera resultado ridículo pensar que un futuro muy lejano habría de extrañar aquel lugar y la sensación de miedo que atormentaba su corazón a cada paso. Su larga falda era cada vez mas incomoda para su creciente prisa. La humedad del suelo comenzaba a desesperarla y sentía que sería mucho mejor usar ropas de varón en vez de tener que seguir los dictados de un convencionalismo que nunca escogió, pero aceptó sumisa, como con todo lo que le fue impuesto durante su vida. El temor se comenzaba a apoderar de su espalda, y las malditas hierbas no aparecían en los limites del sendero, como si un sortilegio hubiera hecho que regresaran a la tierra donde germinaron. Gradualmente, y de una manera tan sutil que Camille pese a su estado de alerta no advirtió, las sombras de los árboles cedieron ante una mucho mayor. Grotesca, inmensa, arrogante y alimentada por su fama y por los tormentos que terminaron por ser su razón de ser, se alzaba la torre principal del castillo de Cséjthe, conocida en el imaginario del asustado pueblo de Nyitra como la Torre Negra de la Muerte, aquella cuya sombra triunfaba sobre el sol, angustiando a los hombres e incluso a la naturaleza misma.

Cuando Camille se dio cuenta del terreno al que había entrado, asumió y lamentó que no habría marcha atrás. Y nunca tuvo tanta razón como en aquel lejano momento.





firmado: Yog Sototh, 12:45. Permalink | 3 comments

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